Blog dedicado a mis visitas a pueblos abandonados. No se facilitarán las localizaciones de dichos pueblos, pues se trata de evitar el vandalismo en los mismos. El verdadero amante de estos sitos no cejará en el esfuerzo de encontrarlos.. Así que animaros a investigar que es una parte tan interesante cómo la de visitarlos. Un saludo. Y EN FACEBOOK: https://www.facebook.com/PueblosAbandonados.
miércoles, 7 de mayo de 2014
El Alamín
Cuenta la leyenda que un
día un pastor condujo el ganado hasta el monte y por la mañana aparecieron
todos muertos: las ovejas y su guía. Fallecieron en la misma finca en la que
vivían, en El Alamín. El pánico se extendió por el poblado y sus habitantes
huyeron. En los foros de Internet esta historia del abandono del municipio
serrano, que se produjo hace más de diez años, se ha esparcido como la pólvora.
El lugar se ha hecho famoso como pueblo fantasma y aficionados a los fenómenos
paranormales van cada fin de semana para grabar psicofonías y recorrer sus tres
calles de tierra, el convento, la iglesia, la escuela, el bar y las 40 casas
que siguen en pie.REBECA CARRANCO (eL pAÍS)
Miguel Ángel Sampayo, concejal de
Planeamiento, Urbanismo, Obras Públicas, Comercio, Régimen Orgánico y Medio
Ambiente de Villa del Prado. "Se han llevado hasta la campana de la
iglesia, de hierro forjado", añade. Él no vivió en El Alamín, pero conoce
a familias que sí lo hicieron. Como la de Rafa Cuéllar, que fue bautizado en la
iglesia, compartió clase con 15 niños más en la escuela del poblado hasta
quinto de EGB y disfrutó de las romerías, procesiones y fiestas varias que se celebraban.
"Me hubiera gustado casarme ahí", asegura el hombre, sentado en el
Ayuntamiento de Villa del Prado.REBECA CARRANCO (EL
PAÍS)
Su padre, Dionisio, fue chófer del marqués de
Comillas. Luego se dedicó a cuidar del ganado bravo. "Sólo pagábamos la
luz", recuerda Cuéllar. Las casas pertenecían al marqués, y cuando los
trabajadores se jubilaban la dejaban, con el mobiliario incluido, que hoy está
destrozado. En los buenos tiempos, más de 150 personas vivieron en El Alamín.
"Era un lugar precioso y hacíamos lo que queríamos, como sacar la mesa en
mitad de la calle", cuenta. Cuéllar abandonó el pueblo a los 26 años. Su
familia fue de las últimas en irse. Se mudaron a un piso en Villa del Prado.REBECA CARRANCO (EL
PAÍS)
El plan de los nuevos propietarios es
arreglar las casas y ponerlas a la venta, según explicó uno de los miembros de
Residencial Rural El Alamín. "Por ahora, como andan las cosas, no lo vamos
a poder hacer", argumentó. Como siempre, la crisis. El día que lo hagan,
Rafa Cuéllar será el primero en comprársela y los espiritistas se quedarán sin
pasatiempos.REBECA CARRANCO (EL
PAÍS)
Los habitantes de Villa del Prado (6.182
habitantes) están hartos de la situación. El Alamín es parte de su término
municipal y muchos de los que hoy viven en Villa del Prado vivieron en su día
en el poblado de 40 casas, trabajando las tierras del marqués de Comillas.
"Ahí no hay fantasmas, lo garantizo", afirma Rafa Cuéllar, de 37
años, uno de los últimos en abandonar el núcleo de casas. Su familia y las
demás se fueron cuando el marqués bajó el ritmo de cultivo de la finca, que se
dedicaba sobre todo al tabaco y al algodón. El marqués construyó el poblado en
1957 precisamente para que sus trabajadores no tuvieran que desplazarse. Hace
ocho años dividió su parcela en tres y las vendió. Las 40 casas pertenecen hoy
a una empresa que se llama Residencial Rural El Alamín. Un colchón tirado en el
suelo con una pintada que dice "moriréis" es lo primero que se encuentra
quien visita el poblado. Se dice que el espíritu de un sacerdote pulula por la
antigua parroquia y que se aparece en las fotografías. También se dice que los
teléfonos móviles pierden la cobertura en el pueblo. Historias de miedo, todas
falsas.REBECA CARRANCO (EL
PAÍS)
Lo más que le puede pasar a alguien en El
Alamín es llevarse un susto cuando las ventanas baten, cuando la hierba silva
con el viento o cuando la verja medio rota de la entrada resuena al golpear con
la piedra que la sujeta. Eso o toparse con uno de los 20 hombres disfrazados de
militares, con pistolas de aire comprimido. Son jugadores de air soft, un
entretenimiento que consiste en simular una guerra, que utiliza las
instalaciones para sus partidas. "Nunca nos hemos encontrado ningún fuego
fatuo", bromea uno de los jugadores.REBECA CARRANCO (EL
PAÍS)
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