martes, 26 de febrero de 2013

LADRILLOS NEGROS, CÁLIDO REGAZO



Por fin dejamos atrás las carreteras nacionales. Empieza mi primera visita a despoblados.


Y después de terminado el asfalto, llegan las pistas de tierra. Frente a mi tengo la puerta a una tiempo que no volverá.

Quién sabe lo que nos espera a partir del final del túnel.


El Ocejón nos observaba cuidando nuestros pasos.


En los sombríos, el coche se fundía con la nieve helada.

Y por fin llegamos al deshabitado, pues no está despoblado, sus casas resisten y se niegan a caer en el olvido. Se mantienen vivas gracias a sus moradores, que por temporadas las habitan y rehabilitan




El camino se abre entre muros y zarzas


El hogar ahora apagado y en otro tiempo con vida, espera paciente.

La Iglesia y su campanario vigilan atentamente al pueblo y sus moradores.




Cuántos bailes se habrán celebrado en su plaza








El último recodo antes de irnos del paraíso perdido.


Volveremos a vernos.




















































 


























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