viernes, 8 de marzo de 2013

El Ducado olvidado



Dejamos Soria a nuestra espalda y entramos en la Provincia de Gudalajara, enseguida nos reta altanero y valiente como si estuviéramos dispuestos a sitiarle, un pueblo que en goza de envidiable lugar encima de  una loma, dominando las tierras de labor que le rodean. Desde lejos no tiene apariencia de abandonado y cuando nos acercamos parece herido de muerte, pidiendo ayuda a los viajeros que pasan a su lado sin prestarle ninguna atención.


 Giramos bruscamente a la izquierda, pues la entrada al pueblo parece mas un terraplén que una calle del mismo. Enseguida nos da la bienvenida una casa grande y recia que tiene en muchas mas del pueblo una copia de ésta.



Mitad hundida, mitad resiste a la catástrofe anunciada hace años, parece que en cualquier momento, mañana o atardecer se asomará su morador por el balcón a disfrutar del maravilloso paisaje que se contempla desde cualquier lugar del pueblo.








 El campanario... Cuanto me gusta pensar como sonarían en sus mañanas, sobretodo de domingo, cuando sus fieles se encaminaban hacia su regazo para escuchar las palabras del párroco que les hicieran la vida mas llevadera es estos inhóspitos lugares.






 Y despues de la misa, como de costumbre, a sus queaceres. Ellas a preparar la comida y ellos a echar la partida y los chavales a jugar por sus calles.











































































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